Alejandro Rojas, Sobre el comentario de Husserl acerca de la Einzelidee de Hume
II.
La tesis de Diego en el Simposio de los JFM del año 2010
Creo que lo que hace Diego es una fenomenología de la tesis empirista. Como quiera que el propio
Diego no es consciente de este valor de su trabajo, lo primero que debo hacer es demostrar que
efectivamente tal cosa acontece. Y debo empezar por el único camino posible: la exposición de la
doctrina de Diego a propósito de las ideas empiristas de Hume.
El trabajo de Diego se puede dividir en dos partes. Una parte final, que es de un gran valor para el
proyecto de los jóvenes Filósofos de Málaga porque expone muy claramente ideas centrales de la
obra de Hume en torno a la verdad. Y una primera parte no menos interesante en la que Diego
expone una opinión personal muy llamativa: que existe una idea humeana que no es humeana.
La tesis central de Diego durante el Simposio de los Jóvenes Filósofos de Málaga de 2010 es
enunciada advirtiéndonos sobre una concepción de Hume poco humeana. Es una afirmación
polémica, si no contradictoria, que tiene el sentido así lo creo yo, de captar la atención del público
siguiendo el estilo provocador y rebelde del ponente. ¿Puede haber acaso una concepción de Hume
que no sea humeana? Quiero decir ¿puede haber una concepción humeana que no sea humeana?
Que un empirista auto-convencido como Diego consiga que un heideggeriano, servidor, sea
sobresaltado por un uso “indebido” del lenguaje, resulta de lo más llamativo y novedoso (¿puede ser
tomado como un dato a favor de mi tesis de que Diego hace fenomenología del empirismo?). Mucho
más llamativo resulta cuando se nos anuncia qué tipo de idea es esta sobre la que hablamos: la
división entre relaciones de ideas y cuestiones de hechos. A partir de este momento no debía quedar
nadie en la sala que no estuviera expectante y con deseos de saber cómo sale al paso de lo que
parece ser un callejón sin salida en el que el mismo ponente ha decidido meterse.
No deja de ser curioso que el propio autor denomine al primer punto de la ponencia “un problema”.
Realmente, todo parece aventurarse problemático. Y Sin embargo, conocedores del buen hacer y de
la valía de Diego, todos esperamos al mismo tiempo un golpe mágico que ponga todas las cosas en
orden.
Nos propone Diego imaginar un círculo sobre una superficie plana. Y que cojamos cuatro piedras.
Pensemos por ejemplo que las cogemos con una mano. Y con la otra otras cuatro. En total
tendríamos ocho piedras. Las metemos en el círculo. Habríamos añadido entonces 8 piedras a las 30.
¿Imagináis que podría haber sido posible que se hubieran añadido sólo 7 después de haber metido
8?
El interés de Diego es difuminar la frontera entre cuestiones de ideas y cuestiones de hecho. Y en
este ejemplo lo que hace es mostrar mediante una “cuestión de hecho” un problema que parece una
“cuestión de ideas”. Lo que está diciendo Diego a Hume es que en el fondo todas las ideas provienen
de la experiencia vital. Diego sostiene que la distinción es arbitraria porque en el fondo las
cuestiones de ideas son cuestiones de hecho, digamos, representables sin necesidad de la
experiencia. ¿Podríamos decir quizá una cuestión de hecho hipotética? ¿Una cuestión de hecho que
no es de hecho pero que se daría de hecho? Él cree de este modo que es más empirista que Hume,
porque todo lo reduce a nuestras impresiones, en el ejemplo recogido, a nuestra impresión de las 8
piedras añadidas a las 30. Añadir 8 y que sumaran 7 iría contra los hechos, aunque fuere un hecho
hipotético. Aunque de hecho sea sólo un caso ficticio (sin impresión), no va contra las ideas, sino
contra los hechos: de hecho no se podría añadir en ningún caso 8 y que sumaran 7. Humne dice bien
que esto es algo que puede verse claramente en el terreno ideal sin ir a los hechos. Que es una
cuestión que puede resolverse sin recurrir a la experiencia (a priori), pero Diego sostiene que esto es
así porque reproducimos mentalmente una cuestión de hecho, de tal modo que lo que hace es
reproducir mentalmente una cuestión de hecho fundada en la experiencia. De manera que tenemos
por un lado cuestiones de hecho propias y cuestiones de hecho
ficticias.