Gabriel Carpintero, La verosimilitud: Popper y la racionalidad en la ciencia Como señala Zamora Bonilla en su libro Mentiras a medias, resulta difícil coordinar los dos objetivos que Popper había propuesto para la ciencia sin incurrir en una contradicción. El descubrimiento y resolución de problemas significativos era una finalidad infinita pero alcanzable de la ciencia, “mientras que, por su lado, la expresión “búsqueda de la verdad” parece sugerir un término absoluto que sería el que deberemos alcanzar ¿No es esto una contradicción?” (Zamora Bonilla 1996, 29). Se caiga o no en una contradicción, Popper propuso superar este enredo derivando del concepto tarskiano de verdad el concepto de verosimilitud. Efectivamente “la verdad” es un absoluto inalcanzable – nos diría Popper – nunca llegaremos a tener una correspondencia total entre nuestras teorías y los hechos que describen. Sin embargo, “la verdad” es un estado de conocimiento al que podemos acercarnos progresivamente. Que nuestras teorías sean falsas, por no ser absolutamente verdaderas, no anula la posibilidad de que estén cada vez más próximas de la verdad. Por tanto, la finalidad de la ciencia ha de ser reformulada, por tercera y última vez. Ya la ciencia no aspira a “la verdad”, sino a la aproximación a “la verdad” o verosimilitud. 4. La verdad y la verosimilitud en el pensamiento Popperiano: Popper se suscribe a la teoría semántica de la verdad, desarrollada por Alfred Tarsky, aunque en realidad solo toma de esta compleja teoría algunos aspectos. A juicio de Popper, la teoría de la verdad de Tarsky tenía dos grandes ventajas. En primer lugar, haber rehabilitado la concepción de la verdad como correspondencia. Y en segundo, Tarsky había establecido la necesidad de diferenciar entre el lenguaje objeto y el metalenguaje, a la hora de superar las contradicciones formales que se derivaban de problemas lógicos como la paradoja del cretense. Tarsky estableció en base a lo anterior “un criterio de adecuación material”, popularmente conocido como la convención T. Según este criterio, sea cual sea la definición de verdad que vayamos a emplear, de ella se han de poder derivar todas los enunciados posibles con la siguiente estructura: (T) La oración X es verdadera si, y solo si, p. Donde X es el nombre de una oración en un determinado lenguaje, y p es esa misma oración traducida al metalenguaje establecido. (Tarski, 1972) A su vez, Tarski influyó determinantemente en el concepto de “teoría” que Popper iba a emplear posteriormente. De acuerdo con la aportación del lógico polaco, una teoría T, expresada en un lenguaje L, es un conjunto “deductivamente cerrado” de enunciados de L. “Deductivamente cerrado” significa que todos los enunciados verdaderos que se deriven de la teoría T, pertenecen a la teoría. Si un enunciado e' es consecuencia lógica de un enunciado e que pertenece a la teoría T, entonces e' también pertenece a T. Sin perder de vista esta concepción de lo que es una teoría podemos ya introducirnos en el pensamiento propiamente popperiano (Zamora Bonilla 1996, 33-34). Según Popper, “la verdad” sería una teoría compuesta por el conjunto de todos los enunciados verdaderos. En este sentido, “la verdad” es un conjunto máximo o completo, en tanto que a él pertenece la negación o la afirmación de todas los enunciados cuya respuesta sea sí o no, que podamos formular en el lenguaje de dicha teoría. Es decir, “la verdad” es una teoría que tiene respuesta a todas las preguntas bivalentes que podamos formular en un lenguaje. A su vez, “la verdad” es un conjunto consistente, es decir, en él no tienen cabida las contradicciones. De esta forma, se podría decir que el objetivo de la ciencia es conocer “la verdad”, llegar a poseer, de todas las teorías posibles, aquella que tenga todas las respuestas verdaderas. El problema – continua Popper – es que nuestras teorías científicas se alejan de “la verdad”, ideal al que aspira la ciencia, en dos sentidos. Por un lado, tenemos teorías que siendo verdaderas no son sin embargo completas. Es decir, son teorías que a pesar de no comprender enunciados falsos, no dicen absolutamente toda la verdad.