Lucas Risoto, los sueños como expresión de la verdad. Introducción a la ...   El sueño como cualquier experiencia imaginaria, es un indicio de trascendencia del hombre. Éste le descubre el mundo, transformándose en él. Binswanger reinterpreta a Heráclito en su sentencia: “El hombre despierto vive en un mundo de conocimiento; pero aquel que duerme está girado hacia el mundo que le es propio [idios kosmós]” El mundo onírico es un mundo propio, no en el sentido de que allí la experiencia subjetiva desafíe las normas de la objetividad, sino en el sentido de que se constituye sobre el modo originario del mundo que me pertenece al tiempo que anuncia mi propia soledad. La trascendencia del sueño abre el movimiento original mediante el que la existencia se proyecta hacia el mundo. Rompiendo con la objetividad de la conciencia vigilante y restituyendo al sujeto humano a su libertad radical, el sueño desvela el movimiento de la libertad hacia el mundo, el punto a partir del cual la libertad se hace mundo. Éste es el sentido auténtico del idios kosmós de Heráclito. Para Binswanger, los sueños no son expresión del equipamiento biológico de los instintos sino el movimiento originario de la libertad. El sueño es, en definitiva, la imagen primera de la poesía y la poesía es la forma primitiva del lenguaje, la “lengua materna”. Si en el dormir, la conciencia se duerme, en el sueño, la existencia despierta. Soñar es para el que sueña, el modo radical de hacer experiencia en este mundo.