Revisando la Investigación sobre el conocimiento humano de David Hume, encontramos una idea poco humeana: La división entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Es, al menos, mucho más importante que esa división, ciertamente equívoca, la diferencia que puede haber entre dos proposiciones según la cantidad y la fiabilidad de la información de que disponemos sobre cada una. Por otra parte, he querido resaltar las cercanías con Nietzsche en su aversión al extremo orgullo de los hombres respecto de su intelecto.

Palabras claves:
Hume, relaciones de ideas, cuestiones de hecho, escepticismo

Reviewing David Hume's An Enquiry Concerning the Human Understanding, we found a not very Humean idea: The division between relations of ideas and matters of facts. I consider that the difference between two propositions according to the quantity and reliability of the information we have about each other is, at least, much more important. Moreover, I wanted to highlight the closeness with Nietzsche in his aversion to the extreme pride of the mankind about their intellect.

Keywords:
Hume, relations of ideas, matters of fact, Skepticism


Índice de encabezados:

1. Un problema
2. Una solución
3. Un problema (otro)




1. Un problema


4 + 4 = 7
El sol no saldrá mañana


Hablaremos de estas dos proposiciones a la luz de las apreciaciones del escocés David Hume en su obra Investigación sobre el conocimiento humano, siendo una de las pretensiones de este trabajo (me refiero al que está usted leyendo, no al de Hume) traer a nuestra conversación ciertas ideas relacionadas con el concepto de "verdad" que pueden encontrarse en el libro mencionado.
Basándonos en lo que se dice allí, al menos lo que se dice en la sección 4, podemos afirmar que la falsedad de la proposición 1) es más evidente que la de la segunda. La razón que se da es el grupo al que pertenece cada una de estas dos. La primera pertenece a las relaciones de ideas, mientras que la otra a las cuestiones de hecho. Estos son los dos grupos en los que pueden dividirse los objetos de la razón.
Las relaciones de ideas engloban campos como la geometría, la aritmética y toda afirmación intuitiva o demostrativamente cierta. Es suficiente la sola operación de la mente para llegar a una verdad de este tipo, y es independiente de los hechos del mundo exterior.
En las cuestiones de hecho la evidencia de verdad es menor, ya que siempre es concebible el contrario de una cuestión de hecho cualquiera. La afirmación "el sol no saldrá mañana" no es necesariamente falsa, porque no implica contradicción en todos los casos, a diferencia de "4 + 4 = 7". Parece que podemos imaginar que el sol no saldrá mañana sin que eso suponga una incompatibilidad total con el resto de nuestros conocimientos, algo que no podemos hacer con la extraña equivalencia aritmética. Y parece que eso es debido a que pertenece a al grupo de las cuestiones de hecho en vez del de las relaciones de ideas. Dice Hume que una proposición demostrativamente falsa no podría siquiera ser concebida distintamente por la mente ya que implicaría una contradicción .
Aunque esta distinción, tal como la presenta el escocés, es poco útil y genera confusión, es muy sugerente. Veremos primero la parte confundente y luego la sugerente.
No parece que después de comprenderla tengamos una herramienta muy valiosa, y, lo que es peor, conduce a equívocos, ya que crea una separación innecesaria que insiste en privar a un grupo de algunas propiedades del otro, muchas de las cuales son en realidad compartidas por ambos.
Aun aceptando que 4 + 4 = 8 no sea una cuestión de hecho, es fácil ver, siguiendo al propio Hume, que deriva de ellas de una manera bastante directa hasta tal punto que quitarle ese fundamento, esa proposición queda vacía.
En la sección 12 del mismo libro, el escocés utiliza un argumento contra el escepticismo extremo que favorece la postura que estoy exponiendo:

"...no hay tal cosa como ideas generales y abstractas, hablando con propiedad, sino que todas las ideas generales son, en realidad, particulares, vinculadas a un término general, que recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente" .


2. Una solución

Sería mucho más coherente con el resto de sus ideas no hacer esta división extraña entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho. La razón por la que "4 + 4 = 7" es demostrativamente falsa es justamente porque hay hechos, hay información empírica que nos llevó a concederle el estado de indudable. La diferencia con la proposición "El sol no saldrá mañana" no es que esta sea una cuestión de hecho (falsa) y la otra sea una relación de ideas (falsa) sino que reside en la fiabilidad y la cantidad de información de la que disponemos sobre las circunstancias que rodean a cada una. Y esa es la parte interesante.
Intentemos representarlos de forma más gráfica. Imaginemos un círculo sobre una superficie plana. Pensemos ahora que al lado del círculo hay una montaña de piedras pequeñas; digamos unas 30. Es fácil representarse la manera en que uno podría coger 4 piedras del montón e introducirla dentro de los límites del círculo, y también es fácil es pensar en cómo se podría coger otras 4 y colocarlas también dentro del círculo, junto a las anteriormente trasladadas. Hemos visto el recorrido de todas ellas y hemos visto como agregando 4 a las 4 primeras, hemos sumado 8. Ahora intentemos imaginar que justo después de poner las primeras 4 ponemos las otras 4 en el círculo, pero esta vez no son 8 en total sino 7. Somos capaces de representarnos la situación inicial y la final por separado: Ponemos 4, luego 4, y luego contamos 7. Pero si imaginamos la situación de una manera más o menos completa, en algún momento del proceso tiene que ocurrir algo raro, como que en el recorrido de las piedras hacia el círculo, alguna de ellas se desvaneciera de nuestras manos a nuestra vista, y eso tendría problemas. Esa desaparición sería un suceso totalmente inusual, sin contar con que en caso de que una piedra desapareciera justo antes de pasar la línea del círculo, entonces nunca se habrían introducido 4 + 4 sino 4 + 3. Y en caso de que desapareciera después, en un momento sí habrían sido 8 piedras en total. En todo caso, tal desaparición carece de sentido para nosotros.
"4 + 4 = 8" no habla de una mera relación de números, entidades abstractas. Tiene cierta carga implícita como la certeza de la imposibilidad de la desaparición de un objeto por el mero acto de su adición a otro (o un "poner al lado"), o el sistema normativo de bautizar cada diferente aglomeración con un nombre (según cuántos sean los objetos) como 1, 2, 3, 4...
Ahora pensemos en "el sol no saldrá mañana". Se supone que es una cuestión de hecho que no tiene por qué implicar contradicción con el resto de nuestros conocimientos. Es cierto que no podemos ver todo el recorrido del sol y no vemos, al menos de manera directa, qué pasa con el sol cuando se oculta en el horizonte. Bien podría ser que se vaya a otra parte y no vuelva, o que tenga que librar cada noche una batalla invisible antes de volver a salir y que la próxima noche no la gane. Aun siendo menos ingenuos (o menos humildes) y aceptando como descripciones muy buenas las que nos da el conocimiento científico actual, todavía así puede seguir pareciéndonos más probable que el sol no salga mañana a que 4 + 4 = 7. Pero eso es porque aún estando seguros de que ambos hechos sean falsos tiene más posibilidades de triunfar el engaño, la ignorancia y la sorpresa en el caso del sol lejano que en el de las piedras cercanas. El hecho es que tenemos más información sobre los acontecimientos y circunstancias que pueden rodear la salida del sol que una suma tan simple.
Poner en cuestión "4 + 4 = 8", o equivalentemente, aceptar la posibilidad de "4 + 4 = 7" (o cualquier otra proposición en la que el resultado de 4 + 4 no sea 8 o equivalente) tiene un precio mucho más grande que poner en cuestión "el sol saldrá mañana". Esa es la clave.
Retomemos el argumento contra los escépticos para no ser injustos con Hume. Admitimos que 4 + 4 = 8 es una abstracción, pero no hay que olvidar que está llena de restricciones. No son ideas libres que interaccionan de determinada manera por que tienen un "modo de ser" que las lleva a hacerlo. Se trata de la descripción de una situación que tiene que cumplir con unos cuantos requisitos indispensables. Algunos de los más fáciles de formular son más o menos "que ninguna de las unidades que participan en la suma se desvanezca, o sea retirada antes del recuento total" o "que se mantenga el nombre que asignamos a los grupos normalmente (los nombres de los números: uno, dos, tres...), etc. Y son restricciones que en ningún caso pueden alejarse demasiado de lo sensible o lo cotidiano, sino que más bien al contrario son casi la descripción de lo más cotidiano y sensible.
Resumiendo, no veo que la distinción entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho sea apropiada o útil, al menos en estos términos. El ejemplo de "4 + 4 = 7" y "el sol no saldrá mañana" es interesante bajo otra perspectiva. La diferencia entre ellos es el conocimiento que tenemos de cada una de esas expresiones y el entorno al que afecta. La que habla del sol es más incierta porque entendemos menos como funciona.
Se me ocurre todavía un argumento bastante convincente para dejar a un lado el asunto de las relaciones de ideas: Hume dijo que este tipo de proposiciones es independiente de lo que pase en el mundo exterior, lo cual es, según puedo entender, su característica más definitoria. Pues bien, yo no creo que si al repetir el experimento de las 4 + 4 piedras en el círculo encontrara que el resultado es 7 piedras, y sucediera así de ahora en adelante, mantendría que 4 + 4 = 8. Antes cambiaría la fórmula para que se adaptara a la observación, ya que de lo contrario carecería de utilidad. Más me vale saber que si sirvo la mesa para 4 + 4 personas, no puedo esperar más de 6 comensales (yo seré el séptimo).
Lo que intento mostrar es que no hay diferencias tan absolutas entre las distintas proposiciones posibles, y que la diferencia más importante que puede importar es la cantidad y la fiabilidad de la información de que disponemos en cada caso.
Es interesante observar que las dos proposiciones que estuvimos manejando representan casos en los que no ha sido jamas observado que sean verdaderas. Invirtamos el asunto: consideremos que nunca se ha dado el caso que 4 + 4 diera como resultado otra cosa que no fuera 8 (o equivalente) y que nunca se ha dado el caso que no fuera verdadero que el sol saldrá mañana. En la sección 6 De la probabilidad, Hume nos sugiere que sólo contemplamos diferentes posibilidades cuando no conocemos demasiado el objeto en cuestión, o cuando hemos visto que ese objeto ha causado en diferentes ocasiones, ciertos efectos varios.

"La concurrencia de varias alternativas en un solo suceso imprime más intensamente en la imaginación la idea de este suceso..."

Aunque tengamos preferencia por un efecto, siendo este el más frecuente en unas circunstancias determinadas, debemos contemplar todos los que se hayan dado alguna vez en tales circunstancias, otorgándole a cada uno un peso que se corresponda con su frecuencia.
Sin embargo, nuestra ignorancia de los poderes ocultos de la naturaleza hace que a efectos prácticos para nosotros todo funcione de manera azarosa, con lo cual es incluso esperable que suceda algo jamás visto, aún teniendo cuantiosas experiencias del suceso contrario.
Parece que el pensamiento del hombre es ilimitado, los confines de la naturaleza y la realidad no lo atan; puede ir más allá. Formar monstruos no requiere más esfuerzo que concebir objetos naturales y familiares. Pero de hecho el pensamiento tiene límites, y no muy holgados. Todo ese tremendo poder creativo, visto de cerca consiste simplemente en la facultad de mezclar, trasponer, aumentar o disminuir lo que llega a través de los sentidos y la experiencia. Así lo podemos ver en el ejemplo de la montaña de oro, que consiste en la combinación de la idea de montaña y la de oro.
Hacia lo que estamos apuntando aquí es a que todo lo que está en la mente se deriva de nuestra percepción.
Siendo justos con Hume, debe quedar claro que él no hace una afirmación tan absoluta. Admite la existencia de ciertos instintos. Pero sí dice que toda idea se deriva más o menos directamente de alguna impresión, o de varias.
Lo demuestra con los dos siguientes argumentos:

d. "Cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas, por muy compuestos y sublimes que sean, encontramos siempre que se resuelven en ideas tan simples como las copiadas de un sentimiento o estado de ánimo precedente" .

e. "...si se da el caso de que el hombre, a causa de algún defecto en sus órganos, no es capaz de alguna clase de sensación, encontramos siempre que es igualmente incapaz de las ideas correspondientes. Un ciego no puede formarse idea alguna de los colores, ni un hombre sordo de los sonidos" .

Si nos permitimos desviar sólo un momento la conversación, es de gran interés recordar las reflexiones de Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, sobre un hombre sordo de nacimiento que cree saber lo que es el sonido al estudiar las figuras de Chladni. Esas figuras son los patrones que se dibujan en arena esparcida sobre una placa metálica al frotar esa placa con un arco. Es la vibración la que da lugar a este fenómeno; el mismo tipo de vibración que produce el sonido que podemos oír. Pero es obvio que la observación y estudio de esas figuras nos da una colección de impresiones muy diferentes de las que nos da el oír sonidos, luego dan origen a ideas muy diferentes. Nietzsche apunta a que así como el efecto que el sonido tiene sobre las placas de Chladni nos parece tan separado de lo que sentimos que es el sonido, lo que sentimos que es el sonido está también muy separado de aquello que llega a nuestros oídos y los estimula, provocando lo que nosotros percibimos como un sonido. La percepción es una metáfora del estímulo que la origina, es otra cosa.
Ciertamente, Hume no habla en estos términos ni dice esto, pero nos permite decirlo sin grandes dificultades.


3. Un problema (II)

En la mente, entonces, se producen ciertos movimientos que, entre otras cosas, dan lugar a la creatividad de que hacemos gala. Por lo que da a entender el escocés, parece que las ideas, como los sucesos que percibimos del exterior, están movidas por algún poder oculto al que no podemos acceder. En parte están fuera de nuestro control, como lo están las percepciones.

"Todas las ideas (…) son naturalmente débiles y oscuras. La mente no tiene sino un dominio escaso sobre ellas" .

De esta manera cabe un peligro: la imaginación puede dar lugar a ideas formadas ilegítimamente. Es notable que no se preocupe exactamente de que una idea sea verdadera sino más bien de que tenga significado, cosa que lo acerca mucho a los debates más actuales en lógica, filosofía del lenguaje, etc. Hume diseña un método para detectar si una idea está vacía: debemos rastrear el origen del término en cuestión (o mejor, de dónde se deriva) para ver si al final del camino hay alguna impresión. Si no hay ninguna, el término carece de significado.
Ahora bien, las ideas, los pensamientos, están conectados entre sí de alguna manera. Las ideas se presentan. Lo hacen en la imaginación, en la memoria... y parece que existe un cierto orden, un cierto patrón en la manera en que se suceden unas a otras. Incluso los sueños poseen cierta estructura. Según Hume hay tres principios de conexión entre ideas.
Uno de ellos es el principio de semejanza. Un ejemplo de actuación de este es el movimiento que hace la mente al ver una pintura de la luna. La representación nos conduce al original. O cualquier imagen que venga a nuestra conciencia ante la presencia de algo semejante a tal imagen, como recordar a un primo, o a un actor famoso al ver el rostro de alguien que no es ni tal primo ni tal actor, pero que se parece a alguno de ellos.
Otro principio es el de contigüidad en el tiempo o en el espacio. Pensar en un aeropuerto puede hacernos pensar en aviones, o ver un faro nos hace pensar en el mar, porque los primeros suelen estar cerca de los segundos.
El tercer principio es el de causalidad. Pensar en la inyección de una vacuna en nuestro brazo, nos puede hacer pensar en el dolor que eso causaría. Esta conexión es la más fuerte de todas, además de ser la que más nos ayuda a prever sucesos y manipular el entorno.
Esta enumeración es completa y total, dice el escocés .
También dice que todos los razonamientos que son sobre cuestiones de hecho parecen tener en sus cimientos la relación causal. Hay que preguntarse entonces cómo llegamos al conocimiento de la causa y el efecto.
En ningún caso es mediante razonamientos a priori. Llegamos a tal conocimiento por la experiencia de la conjunción constante de dos objetos particulares cualesquiera.

"Preséntese un objeto a un hombre muy bien dotado de razón y luces naturales. Si este objeto le fuera enteramente nuevo, no sería capaz, ni por el más meticuloso estudio de sus cualidades sensibles, de descubrir cualquiera de sus causas o efectos. Adán, aun en el caso de que le concediésemos facultades racionales totalmente desarrolladas desde su nacimiento, no habría podido inferir de la fluidez y transparencia del agua, que le podría ahogar, o de la luz y el calor del fuego, que le podría consumir" .

Pensemos en lo siguiente:
Una bola de billar se mueve hacia otra. Podría
1) rebotar, sin afectar a la otra
2) quedarse quieta junto a la otra
3) hacer que la otra se mueva
4) etc

No hay ningún razonamiento a priori que nos haga preferir la opción 3.
Ignoramos los poderes y principios naturales, no podemos formarnos una idea de ellos, pero al ver cualidades sensibles iguales, suponemos que los mismos poderes ocultos están detrás y esperamos que se sigan sucesos similares a los que experimentamos las otras ocasiones en que presenciamos aquellas mismas cualidades sensibles.
Hume se pregunta por el fundamento del proceso mental que nos hace esperar esa repetición. No hay conexión conocida entre cualidades sensibles y poderes ocultos, cosa imposible por definición. Es aceptable que la experiencia pasada nos dé información de los objetos del conocimiento y del período en que se conocieron. Pero no es tan fácil aceptar que esa experiencia pueda extenderse hacia el futuro y hacia objetos que tal vez sean semejantes sólo en apariencia.
¿Cómo inferimos que en el futuro ciertas cualidades sensibles tendrán poderes ocultos semejantes a los que han tenido cualidades sensibles semejantes en el pasado?

"...toda inferencia realizada a partir de la experiencia supone, como fundamento, que el futuro será semejante" .

Luego no puede ser una inferencia experimental, que no sería otra cosa que una petición de principio. Pero ya vimos que tampoco puede ser demostrativa. El hecho de que las cosas hayan sucedido de forma muy regular en un sistema no nos da por sí solo ninguna garantía de que seguirá siéndolo.
Entonces ¿cuál es el principio que nos lleva a tal conclusión?

"Todas las inferencias realizadas a partir de la experiencia, por tanto, son efectos de la costumbre y no del razonamiento" .

"La costumbre es, pues, la gran guía de la vida humana" .

Es este principio, y sólo éste, el que nos permite (y obliga a) utilizar nuestra experiencia para anticipar el futuro.
Sigamos indagando sobre estos movimientos del pensamiento que están ocultas. Las operaciones que nos llevan a formar una unión entre dos objetos que encontramos próximos con frecuencia son "...una clase de instinto natural que ningún razonamiento o proceso de pensamiento y comprensión puede producir o evitar" .
Ahora bien, la imaginación humana, aunque tiene limitado el origen de su caudal a los sentidos externos e internos, tiene una capacidad ilimitada para combinar, dividir, separar, mezclar esas ideas. Pueden crearse ficciones muy completas y verosímiles. ¿Cuál es la diferencia entre una creencia y una ficción?

"...la diferencia entre ficción y creencia reside en algún sentimiento o sensación que se añade a la última, no a la primera, y que no depende de la voluntad ni puede manipularse a placer" .

El sentimiento de la creencia es el que experimentamos cuando, al percibir un objeto, tendemos naturalmente y por causa de la costumbre, a esperar otro que le está habitualmente unido.
Las creencias tienen un mayor peso e influjo en las pasiones y la imaginación. La creencia no está en el orden de las ideas sino en en cómo son concebidas, en la experiencia que tenemos de ellas, en el sentimiento que nos producen, en el modo de representación.

"Por ejemplo, ahora oigo la voz de alguien que conozco y el sonido parece venir del cuarto de al lado; esta impresión de mis sentidos inmediatamente lleva mi pensamiento a la persona junto con los objetos que la rodean. Me los represento como si existieran en el presente, dotados de las cualidades y relaciones que previamente les había conocido. Estas ideas se apoderan de mi mente con mayor fuerza que la idea de un castillo encantado" .

Es muy valioso que Hume haya comprendido que no es acertado entender a los objetos como bien definidos, encapsulados, separados de lo demás. Un objeto no es nada por sí mismo, requiere relaciones con otras cosas, así como una impresión, por sí sola, no implica nada para la razón. Es el problema que tiene la razón entendida de modo absoluto: no puede deducir del agua que uno se puede ahogar en ella.
Esto nos lleva a otra idea valiosísima que podemos hallar en el mismo libro:

"Aquí hay, pues, una especie de armonía preestablecida entre el curso de la naturaleza y la sucesión de nuestras ideas, y, aunque los poderes y las fuerzas por las que la primera es gobernada nos son totalmente desconocidos, de todas formas encontramos que nuestros pensamientos y representaciones han seguido la misma secuencia que las demás obras de la naturaleza" .

Añade Hume:

"...como esta operación de la mente, por medio de la cual inferimos los mismo efectos de causas iguales y viceversa, es tan esencial para la subsistencia de todas las criaturas humanas, no es probable que pudiera confiarse a las engañosas deducciones de nuestra razón, que es lenta en sus operaciones, que no parece en grado alguno durante los primeros años de infancia y que, en el mejor de los casos, está en toda edad y período de la vida humana muy expuesta al error y a la equivocación" .

Y...

"De la misma manera que la naturaleza nos ha enseñado a usar nuestros órganos sin darnos conocimiento de los músculos y nervios por los cuales son movidos, igualmente ha implantado en nosotros un instinto que conduce al pensamiento por un curso que corresponde al que ha establecido entre objetos externos, aunque ignoramos los poderes o fuerzas de los que este curso y sucesión regular de objetos depende en su totalidad" .

Los animales también aprenden de la experiencia y pueden esperar después de ciertos sucesos, que se sigan otros, por haberlos visto juntos varias veces. Y así van acumulando conocimiento acerca de los objetos externos tales como el agua, el fuego, la tierra, etc.
Según suponemos, los animales no están capacitados para realizar razonamientos demasiado abstractos; al menos no lo suficiente para razonar que de acontecimientos semejantes se siguen consecuencias semejantes y que el curso de la naturaleza se mantiene uniforme. Ellos prescinden de tales cosas, al igual que los niños e incluso prácticamente todos los hombres en situaciones normales. Lo que se ocupa de enseñarnos a predecir es la costumbre.
Si nos preguntamos qué es entonces lo que parece darnos cierta ventaja sobre los animales, podemos responder de la siguiente manera: lo mismo que da ventaja a unos hombres sobre otros.
Hay otras variables importantes, como la capacidad de atención, de observación, la memoria... etc. También varía la experiencia, la educación, la pasión, el entorno...
Por otra parte, los animales constan de instintos que nos resultan insólitos. Y esa extrañeza podemos sentirla hacia nosotros mismos cuando pensamos, como Hume, en que ese razonamiento experimental que estamos tratando de dilucidar es también un instinto, una "...fuerza mecánica que actúa en nosotros sin que la conozcamos..." .
Para concluir, y ya que nos acercamos a posiciones escépticas, diré que, para Hume, el escepticismo extremo es necio y no conduce a nada, pero cierto escepticismo moderado puede ser muy útil. Puede aplacar el orgullo humano, orgullo Nietzsche atacó también más tarde. Hemos visto que el escocés tiene importantes puntos en común con el alemán, en asuntos verdaderamente atractivos.
Ir mucho más allá de la vida común trae confusiones. Hemos visto que el mismo Hume presentó divisiones extrañas en una pequeña incursión a lo que está fuera de lo cotidiano. Parece recomendable utilizar nuestras facultades conociendo las limitaciones, imperfecciones, estrecho alcance, e imprecisión de las operaciones de nuestro entendimiento.
Un hombre que se cree sus propias palabras es como un mago fascinado y creyente de sus propios trucos.
CITAS:

c. Claridades. Revista de filosofía.
ISSN: 1989-3787

Diego Nahuel González Fabiano
Universidad de Málaga
EL CONOCIMIENTO HUMANO